domingo, 18 de septiembre de 2011

Natalio y las estaciones II

Primavera


Oh primavera!! la mas bella del año
  presagio de amor traen tus días
 del color del film de las películas
 tus caprichos, no me hacen daño.

Oh Primavera que la miel te asienta
encajas tu cuerpo en un tronco gris
y florece tu pelo, violeta violenta
la mente vierte, colores sobre el paño.

Primavera de mi calavera habitual
graba en mis cuencas el delirio del viso
con tus manos manchadas de polen
haz rupestre tu retina en mi vidrio.

Primavera que desarmas el amor y lo rearmas
Obséquiale tu amor a los descorazonados.

A ti! Que arropas árboles y desnudas mujeres
A ti! Que embriagas mis latidos con azúcar y piel
A mi! Saborearte durara mas que un buen vino
A Vera! Que para calentar la sombra, viva en el destino!

Epilogo

Saldré a alimentarte las tardes primavera!
No quiero que envejezcas, saldré a resucitarte!
Una y mil veces girare la tierra por ti!
Hasta cambiaria el friso del cielo, 
solo por amor verdadero! Ese del bueno.

Natalio y las estaciones


Invierno

Invierno, que me dejaste congelado
me amuraste al colchón en la noche
Musitando groserías sin herirte
clamando tu clemencia, inconsegible.

Invierno que en tus vacaciones me enfriaste
es tiempo de mudar tu mal genio al norte
aunque extrañare el juego de mi voz con tu aire
el misterio de mis palabras tras el humo de tu beso.

Hay Invierno! si tu testarudez admitiera la calidez
sembrarías el frondoso Julio con hojas de rubí
y yo pasearía sin esconderme por el jardín amarillo
las sonrisas de la rosa, desvestirían mi desnudez.

Hoy Invierno te digo que te amo y que amare
como disfrazas la belleza de la carne                                                                                              
como reconcilias los pies bajo la frazada
Hoy  se que siempre volveré a amarte,
y esa voluntad tranquiliza mi mente,
porque podré dejarte y amare extrañarte.
Extrañándote.


Ultimologo.


Invierno por mas que quiera no quererte
tu prima primavera no tendrá tus ojos;
grises y nostálgicas perlas de agua
que bañan mis frías venas como un río
acechado por la sombra, fría en la balanza